Abre Señor mis Oídos
¡Effetá!...¡Ábrete! El Señor con estas palabras hace escuchar al sordo y tartamudo. Muchas veces nosotros necesitamos de Cristo para que rompa el miedo que tenemos de hablar de el y de dar testimonio de sus grandezas.
¿Cuantas veces decidimos callar ante las injusticias? o ¿Cuántas veces hemos preferido pretender que no escuchamos antes de ofrecer ayuda?
En la sagrada Eucaristía Jesús parte el pan para que podamos conocerlo de una manera nueva. Recibamoslo en nuestro corazón y aprendamos de él. Dejémonos transformar por el poder del amor de Cristo cada vez que participamos de la Eucaristía. En tiempos de pandemia, si estamos participando virtualmente, hagámoslo con verdadera devoción y entrega. Si tenemos la bendición de asistir presencialmente, dejémonos amar por Cristo y recibamoslo en su plenitud en la Sagrada Eucaristía.
Al final de cuentas el Señor quiere abrir nuestros oídos para que seamos testigos de su amor. Hagamos un acto de caridad que cambie y transforme la realidad en la que vivimos.
